Fanfic: Ira de Gerard

Ira de Gerard

Un fanfic de Carlos Torres

NOTA:  Esta historia está basada en la continuidad establecida en mi historia "Hora de regresar" que está en la sección de archivos de este grupo y en el blog MUNDO FANTOMAS.  Ahí se explica cómo Fantomas llega al presente y qué pasó con varios de sus amigos y enemigos durante esas décadas.

INICIO CAP 1

Fantomas.

Esa fue la cara que el trío de policías vio al llegar a la sede principal del Banco Fraternal de Francia.

Un enorme letrero del que había sido el más grande ladrón de toda Francia, quizás del mundo. Fantomas, con su traje de etiqueta azul, su sombrero de copa y su bastón coronado con una enorme gema. Y por supuesto, su máscara blanca que ocultaba su faz al mundo.  Un ladrón que había desaparecido treinta años atrás.

Solo una palabra tenía el enorme letrero.

PRONTO

Los policías apartaron la vista, disgustados por el soberbio espectáculo.  Uno de ellos, una mujer de largo pelo negro y esculturales piernas, escupió al piso por no poder hacerlo al letrero que estaba ocupando los pisos 20 al    25 del exterior del edificio.

Minutos después la comandante Marie Gerard, del Directorado Nacional de Investigaciones Financieras de París subió al extremadamente lujoso elevador.  La acompañaban sus dos consultores.  Su padre, el famoso inspector Gerard había dirigido su departamento por décadas. Con ellos estaba también Antonín, su padrino y también antiguo inspector de la policía francesa, reconocido además como escritor de varias novelas policíacas muy vendidas.

En el piso 35 tenían una reunión con el presidente del Banco acerca de su curiosa publicidad.

Todo en la oficina del señor Alan Silveira decía lujo.  Obras de arte en todos lados. Alfombras persas. Hasta estatuas prestadas del mismísimo Louvre, del cual era uno de sus más preciados patrocinadores.

En el vestíbulo de la oficina no había un escritorio, solo varios sofás de cuero.  El salón no estaba vacío.  Tres jóvenes en escandalosos trajes de baño estaban acostadas en cada uno de los tres sofás. Marie reconoció a Scarlettt Red, una de las más conocidas modelos de lencería.  Sus afiches adornaban todo el metro de París, distrayendo a los parisenses con su melena pelirroja y pronunciados senos,  Desconocía quienes eran las otras chicas, pero eran más voluptuosas y sus bikinis eran más pequeños aún.  Todas sonrieron pícaramente al verlos llegar.

“¿Dónde está la recepcionista?” preguntó Marie.

Las tres chicas alzaron las manos.

Scarlettt comenzó la conversación.  “El señor Silveira los atenderá pronto.  Puede sentarse conmigoooo, amigaaa” dijo arrastrando las palabras de una manera muy sexy.  Los tres se sentaron, cada uno acompañado por una beldad.  El inspector estaba bien nervioso con una chica de pelo largo negro en cola de caballo que se le sentaba casi en su falda.  Antonín estaba con su habitual sangre fría, catalogando mentalmente todos los objetos del salón.  Marie estaba furiosa de como Silveira tenía tres mujeres como meros adornos para decorar su vestíbulo.

Luego de varios minutos una de las chicas, la rubia del leve bronceado y bikini negro se tocó al oído y se levantó.  Las otras dos chicas hicieron lo mismo.

“Me avisa el señor Silveira que los recibirá ahora,” dijo Scarlettt.

Unas enormes puertas se abrieron de forma automática.  Dos de las chicas tomaron por el brazo al inspector y a Antonín. Scarlettt iba al frente con Marie a su lado.

Alan Silveira se levantó de su escritorio.  Su pelo se mantenía marrón gracias a los más caros tintes, pero las entradas en su pelo eran más difíciles de disimular.  Su traje azul marino a la medida provenía de su sastrería favorita en Saville Row de Londres.  Alto y atlético, era el estereotipo caminante del don juan millonario.

Silveira dirigió su atención a la persona que más conocía del grupo.

"Inspector, que bueno verlo desde hace tantos años.  Se ve muy bien," dijo con un vigoroso apretón de manos.

Gerard tenía sobre 80 años, así que aceptó el cumplido como lo que era, una mentira bondadosa.  Luego de terminar de saludar al inspector y a Antonín el banquero se dirigió a la joven comandante.

"Mademoiselle, sus fotos no le hacen justicia" le dijo mientras le besaba la mano, rozando ligeramente su fino bigote.

"Viejo sucio" pensaba Marie mientras aceptaba el cumplido a regañadientes, ya conocía la fama de mujeriego de Silveira.

Las tres chicas se retiraron y regresaron momentáneamente para traer un servicio de café y entremeses. A Marie ya le asqueaba la manera que Silveira miraba sus espaldas cuando se retiraban.  Su reputación la tenía bien merecida.

Luego de sentarse y comenzar a tomar café comenzaron la reunión. Marie no estaba de humor para paños tibios.

"Usted sabe porque estamos aquí  Es por sus anuncios, vulgares e inapropiados en su campaña publicitaria.  Si es una broma es de pésimo gusto, Monsieur Silveira" dijo Marie.

"Le aseguro que no, petite Gerard"

La joven jefa del Directorado Nacional de Investigaciones Financieras de París no estaba feliz por el diminutivo francés que le habían aplicado.

"Mi nombre es Gerard.  Marie Gerard.  Puede llamarme Comandante," dijo la joven, estrujándole su título con fuerza al banquero mientras ajustaba sus espejuelos.

El banquero se avergonzó de su error.

"Por supuesto Comandante, lo siento, no fue mi intención..."

"Olvídelo.  Insisto que esto es una estupidez.  No lo voy a permitir."

El tono de voz en alzada de la comandante no le gustó al señor Silveira para nada.

"Con todo respeto, joven, en mi banco yo soy quien da las órdenes.  Usted no tiene el más mínimo derecho a decirme a mí quien puedo poner en los letreros que están en mi propiedad."

A Marie no le gustó nada el tono con que Silverira recalcaba la palabra joven, obviamente menospreciándola. Era una palabra que siempre la había perseguido desde que entró a la policía.  La razón principal era la obvia, para distinguirla de su famoso padre.  No tardó en darse cuenta de que era una manera sutil de decirle novata sin experiencia.

Marie había enfrentado muchos retos en su carrera.  Primero, era mujer y muchos pensaban que el trabajo policíaco era cosa de hombres.  Segundo, sus espejuelos y aburridos atuendos no podían disimular su belleza física.  Habían personas (lamentablemente muchas de ellas mujeres) que pensaban que un cerebro pensante no era compatible con su cuerpo de actriz de Hollywood, pero así era.  Tercero su apellido.  El inspector Gerard provocaba muchas pasiones.  Unos lo admiraban por su larga y distinguida carrera.  Otros lo detestaban por ser el némesis del héroe de muchos franceses, un hombre que había sido burlado constantemente por la Amenaza Elegante.

A pesar de todo Marie triunfó.  Ella había ascendido por sus propios méritos desde el escuadrón de antiterrorismo donde había cazado con éxito a los grupos terroristas más peligrosos de Francia.  Cuando dos años atrás ella sola había desarmado una bomba en una escuela y matado al líder de Rouge Base como reconocimiento le dieron a escoger el Directorado que quisiera.  Marie escogió el antiguo puesto de su padre y de su padrino. El puesto que tenía se lo había ganado por mérito y no iba a permitir que nadie la menospreciara, así fuera uno de los hombres más poderosos de Francia.

El consultor y antiguo inspector Gerard sabiamente interrumpió la guerra de miradas furiosas entre su hija y el banquero.

"Alan, Alan, solo queremos ayudarte," dijo el inspector.

"Me ayudarían más si no me estorban, mi viejo amigo" contestó el banquero, bajando un poco su furia.

"Es que es, digamos, inusual, que un banco no solo se alegre por la visita de un ladrón, sino que lo promocione," dijo Antonín.

"Ahí está la belleza del asunto.  Fantomas trabaja para mí."

Esas palabras fueron como una explosión en el cerebro del inspector.

"¿Cómo?"

"Así es.  Todo es una campaña publicitaria."

"Explique Monsieur" pidió Antonín.

"Es sencillo. Fantomas murió, pero Fantomas vive gracias a la publicidad.  Mi publicidad."

"¿Me quiere decir qué todo esto es un truco?" preguntó airado el inspector.

"Ja, ja, así es" respondió satisfecho Silveira.

"¿Y el video de Galaxie 33?" preguntó la comandante refiriéndose al famoso video publicado hace una semana que anunciaba el regreso de Fantomas a Francia luego de tres décadas.

"Lo hizo mi agencia publicitaria utilizando videos viejos de Fantomas. Parte de una campaña viral.  Fandor se molestará cuando se entere de la verdad, pero creo que cuando vea el aumento en ventas de su periódico irá llorando todo el camino al banco.  A mi banco, por supuesto. Vean todos los afiches que hemos hecho..."

En una mesa habían varios cartelones con Fantomas de frente a la sede principal del Banco Fraternal.

"Pero porqué usar ese ladrón, con tantos héroes de Francia que podría usar como mi padre, por ejemplo" expresó Marie Gerard, todavía molesta.

"Ah, comandante, su padre es mi amigo, pero es como yo, viejo.  Fantomas era joven, famoso, conocido, deseado y sobre todo, muerto.  Un perfecto símbolo comercial, al que no hay que pagarle regalías."

Se hacía más claro porque había usado a la Amenaza Elegante.

"Pero Fantomas robaba bancos frecuentemente, con éxito.  Parecería que está indicando que su banco no es seguro."

"Al contrario, Monsieur Antonín. Solo hay que convencer a la gente de que Fantomas usa este banco para que el mundo crea que es el más seguro de todos.  Vamos, en algún lugar Fantomas guardaba su dinero, ¿porqué no en el Banco Fraternal?"

"¿Esto fue su idea, Monsieur Silveira?"

"Me alegra que me haya hecho esa pregunta.  Solo Fantomas le puede contestar esa pregunta."

"No bromees Silveira," dijo el inspector.

Sonriente, el banquero tomó el teléfono.

"Srta. Iruaca, pídale a Fantomas que suba."

Los policías se miraban, no sabían qué decir.

Trece minutos después hubo un toque en la puerta, la perilla giró y una capa azul comenzó a entrar a la oficina presidencial, acompañado por las tres chicas.

Era Fantomas, en carne y hueso.

Gerard brincó como un saltamontes, con intenciones asesinas.

"¡Ah, canalla! ¡Bandido!  ¡Por fin!"

Antonín rápidamente sujetó al inspector.

"Calma padrino, no es él."

"¡Cómo!  ¡Claro que es él!"

"Estoy seguro padrino. Su estatura es menor que el Fantomas que conocemos."

Cuando Antonín estaba seguro de algo no le hacía falta más pruebas a Gerard.  Así que se tranquilizó.

Silveira aplaudía de la contentura.

"Wow, si logró engañar al inspector de verdad que se parecen, puedes quitarte la máscara, Marcel.”

Así lo hizo el falso Fantomas.  Un joven de pelo corto color mostaza de no más de 21 años sonrió al ser desenmascarado.

"Marcel Souvestre es uno de nuestros empleados, fue el que tuvo la idea original que nosotros hemos, em, expandido.  Como tiene el físico también es el protagonista de nuestra campaña publicitaria.

"Así es.  Es un verdadero honor, ¿me permite Inspector?" dijo el joven Marcel mientras sacaba su teléfono móvil para una foto con Gerard.

"Claro, claro, no faltaba más..."  dijo Gerard, halagado.

"Usted es el mejor, inspector, ¿me da su autógrafo?"  dijo mientras agarraba uno de los afiches.

"¿Qué quieres que le escriba hijito?"

"Ya sé, su frase favorita "¡mi venganza será terrible Fantomas!""

Marie estaba hirviendo, sentía que se burlaban de su padre, al que idolatraba.

"Caramba, cómo no se me había ocurrido, inspector, usted debería ser parte de la campaña, será un exitazo" dijo Silveira.

"Caramba, no sé..." dijo Gerard.

"Le pagaré muy bien" contestó el banquero.

"Bueno, en ese caso..."

Marie no aguantaba más.

"Mi padre se dedica a atrapar criminales, no a glorificarlos, señor Silveira" expresó la comandante secamente.           
Antonín creyó prudente intervenir.

"Creo que hemos aclarado nuestras dudas. Gracias por atendernos señor Silveira, Marcel" dijo mientras apuraba los saludos.  Gerard y su hija entendieron la movida de Antonín y se despidieron.`

Uno de los afiches había caído al piso.  Marie se aseguró de pisar la cara de Fantomas en el centro durante su retirada.

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Cap 2       

NOTAS:  Esta historia está basada en la continuidad establecida en mi historia "Hora de regresar" que está en la sección de archivos de este grupo y en el blog MUNDO FANTOMAS.  Ahí se explica cómo Fantomas llega al presente y qué pasó con varios de sus amigos y enemigos durante esas décadas.

EN NUESTRO CAPITULO ANTERIOR: El Banco Fraternal de Francia ha escogido como símbolo publicitario al ladrón más exitoso de todos, ¡Fantomas!  La Comandante Marie Gerard confronta al dueño del banco y descubre que el video del regreso de la Amenaza Elegante fue hecho por la agencia publicitaria del banco.  El inspector Gerard y Antonín deciden terminar la reunión ante la furia de la joven comandante.

INICIO CAPITULO 2

En un café cercano Marie Gerard desató su enojo contra Alan Silveira y su campaña de publicidad.

"¡Es que me revienta!  Si no fuera porque Padrino terminó la reunión los mataba a ambos. ¡A los dos! Al Fantasmucho y al viejo verde ese que me quitaba la blusa con la mirada. Es un cerdo, con esas tipas casi desnudas, los debería arrestar a todos por indecentes."

Antonín miraba al cielo, como buscando respuesta a sus dudas.  Tomó valor para decir el pensamiento que estaba atascado en su cerebro durante la reunión.

"Yo todavía creo que está vivo,"  dijo el novelista.

"¡Padrino!  ¡Otra vez no!" exclamó Marie.

"No hay muerto si no hay cadáver.  Fantomas vive.  Y se está riendo de nosotros," insistió Antonín.

"No y no. Confieso que el video de Galaxie 33 me engañó por un momento, ¿pero que más evidencia quieres?  Si Silveira y su gente hicieron el video, no hay nada más que buscar.  No ha sido la primera vez que alguien ha tratado este truco, este solo fue más sofisticado y con mayor presupuesto que los otros."

Antonín tenía que admitir que era cierto.   Aún así, no estaba convencido, pero prefirió callar esta vez.  La edad le había enseñado a escoger sus batallas.

Marie no dijo nada.  Sabía que había ganado el argumento.  Antonín era un ser frío, no había evidencia de que Fantomas estuviera vivo. Solo corazonadas.  Y con corazonadas no se logran convicciones.  Ambos lo sabían. No le hacía falta a Marie humillarlo más.

El inspector Gerard no comentó nada sobre el intercambio de palabras entre su hija y ahijado. Poco después se levantó de su silla.

"Con su permiso, voy al baño."

Marie y Antonín lo vieron partir.  Caminaba lento, los años no habían pasado en vano.

"Estuvo tan animado esta pasada semana," dijo Antonín a su ahijada.

Marie suspiró.

"Así es.  Lleno de energía, regañando a los oficiales como si fuera el inspector en jefe."

Antonín comprendió lo que estaba pasando.  Cuando el fue el inspector se alegraba de que Fantomas y el Inspector no estuvieran.  Con la Amenaza Elegante fuera del panorama tenía el tiempo y la oportunidad para usar sus métodos deductivos contra los criminales verdaderamente dañinos a la tranquilidad francesa. Bajo sus propias reglas. Durante su incumbencia París tuvo un descenso en criminalidad notable y obtuvo todos los honores posibles.  Pero no había un digno rival para él.  Y Antonín necesitaba retos constantes.  Necesitaba otro Fantomas, pero eso nunca ocurrió.

Eventualmente se dedicó a su otra pasión, las novelas policíacas y de crímenes. Su fama como policía le brindó muchas oportunidades y las casas editoras se peleaban por publicar sus escritos.  Antonín fue el primer sorprendido de su éxito en ese ramo. Tenía tanto dinero en el banco que no sabía que hacer con el.

Antonín vivía solo.  Su pasiones no le daban espacio a nada más y su desinterés en el sexo era total, quizás imitando a algunos de sus héroes en las novelas.  Todas sus metas las había superado con creces.  Todas excepto una.

"Marie, me preguntaba si podría llevarme a vivir al inspector conmigo, por un tiempo."

La comandante alzó ambas cejas, esto era algo que no esperaba.

"Padrino, no hace falta, en el asilo lo cuidan bien..."

"Yo me encargaré de cuidarlo, le pondré una enfermera para que nos ayude si hace falta, sabes que tengo los medios y mi casa es enorme, pero solitaria."

"Caramba padrino, es una imposición.  Ambos sabemos que papá se puede poner ... difícil."

"Lo necesito, quiero hacer sus memorias."

"No otro libro del ladrón, estoy harta de esas farsas que se burlan de papá."

"Nada de eso.  El inspector tiene una historia distinguida.   Héroe de la Resistencia francesa.  Miles de crímenes resueltos.  Un libro escrito por él, con mi ayuda sería la prueba definitiva de su heroísmo y valor."

Los ojos de Marie Gerard brillaban de la emoción.  Aunque sabía que era adoptada, difícilmente podría encontrarse una hija más devota a su padre que ella.  Y si algo odiaba era que la gente no respetara el legado histórico del inspector.  Si, ya era tiempo de escribir la historia definitiva.

El inspector regresó y cuidadosamente procedió a sentarse, cuidando de no poner su corbata sobre la taza de café.  En esos momentos el teléfono móvil de Marie sonó.  Una tensa conversación siguió.  Antonín y Gerard sabían lo que ella diría.  Después de todo, los tres habían estado sentados en la misma silla.

"Me tengo que ir.  Ustedes saben.  ¿Te quedas con Antonín papá?  El tiene una tarea en que le puedes ayudar."

"Bueno, si crees que me necesitas..."

"Nadie puede hacerlo sino usted, inspector,"  dijo Antonín.

Marie sonrió.  Luego de besar en ambas mejillas a su padre y a su padrino partió en su Citroen negro, modelo 2014.  Antonín y el inspector quedaron solos.  Antonín pidió más café.

"Así que una tarea..." dijo el inspector.

"Más que una tarea, es una misión, algo muy importante."

El pecho de Gerard se hinchó de orgullo.

"Si es importante, cuenta conmigo."

Antonín se acercó al inspector.

"Esto tiene que quedar entre nosotros.  No le puede decir nada a nadie."

"¿Ni a Marie?"

"Especialmente a Marie."

"¿Cómo?  ¿Ocultarle algo a mi niña? ¡Jamás!" alzó la voz malhumorado el inspector.

"Shhh, cálmese inspector.  Uno no sabe quien está oyendo. Y lo que queremos es protegerla. Su vida y hasta la de Marie pueden correr peligro."

"Habla claro Antonín, ya me tienes mal."

"Usted sabe lo que quiero.  Es lo que usted quiere saber.  Lo que ha quedado en un misterio por 30 años."

"Qué pasó con Fantomas.  Pero eso no importa Antonín.  Está muerto o retirado.  Como pasó no tiene importancia para mí," dijo Gerard sorbiendo lo que quedaba de su café.

Antonín fue directo en su respuesta.

"Eso no se lo cree ni usted mismo Inspector."

Gerard sabía lo difícil que era mentirle a su ahijado, pero insistió.

"Esos tiempos no volverán Antonín.  Ah, cuando Fantomas huía de mi, cobardemente, esos si eran buenos tiempos, ese si era un criminal.  Lo que hay ahora son alimañas, aficionados sin estilo. No se merecen mi tiempo, ni mi gran inteligencia."

Antonín sacó su pipa, curva y grande como la de su héroe el detective Sherlock Holmes. Tiró par de bocanadas sin decir nada.  Gerard tímidamente comenzó a comer el croissant que su hija había dejado a mitad.

"Hay algo que quería preguntarle, padrino, es sobre el video de la semana pasada."

"¿Qué hay con eso?'

"Usted me dijo que le avisó a Marie.  Me pregunto cómo pudo haber sabido del alegado regreso de Fantomas antes que ella, si acababa de salir por el website de Galaxie 33 y usted no tiene servicio de internet en su móvil."

"Qué más da, si después de todo el video es falso."

Antonín no dijo nada, solo lo miraba con sus redondos y siniestros espejuelos que parecían partirle el alma en dos.  Había un misterio y Antonín no cejaría hasta recibir su contestación.

Gerard no resistió por mucho tiempo.

"Fantomas me llamó.  Así fue cómo lo supe."

"¿Y está seguro?  ¿De qué era Fantomas?"

"Sí, no tengo duda, no tenía duda, hasta ahora.  Obviamente era una broma de alguien.  No es la primera vez."

Antonín solo jugaba con la cucharilla del café ya frío de Marie.

"Usted cree que es real.  Aún después de lo que le dijo Silveira.”

El silencio del inspector decía más que mil palabras mientras continuaba jugando con la cucharita, sin mirar a Antonín.

"¿Qué fue lo que dijo?  Trate de recordar las palabras exactas inspector."

"Me saludó, me preguntó cómo estaba de salud y me dijo que nos íbamos a encontrar muy pronto.  Eso fue, básicamente."

"¿Usted me imagino que se encolerizó?"

Ahí fue que Gerard decidió confrontar a su ahijado.

"Al principio, pues sí.  Pero esto que te voy a decir no se lo puedes decir a nadie, especialmente a mi niña."

"Lo juro por el espíritu de Conan Doyle" dijo Antonín, totalmente serio.

"Cuando colgó me alegré.  Quería salir del asilo, deseaba acción y sólo si Fantomas vuelve me mandarían a buscar.  Ahora no me queda más remedio, volveré a mi cuarto a esperar la muerte."

"Usted no hará nada de eso inspector.  Tengo un plan."

Los bigotes de Gerard vibraron ligeramente.  "¿Cuál es?"

"Le dije a Marie que lo llevaría a vivir conmigo, con la excusa de escribir sus memorias, pero eso es sólo la fachada."

"Espero que no digas lo que pienso que vas a decir, muchacho."

"Usted y yo nos vamos a dedicar a investigar la desaparición de Fantomas para saber en definitiva si murió o si está vivo, escondido."

Gerard seriamente estaba internalizando una premisa que a todas luces era fantástica, o sea, derivada de la fantasía.

"Investigar algo que pasó hace 30 años es una tarea casi imposible."

"No para nosotros.  Antes estábamos en desventaja.  Fantomas lo tenía todo.  Multimillonario, nosotros trabajábamos para el gobierno.  El tenía agentes por todas partes del mundo, nosotros sólo un poco de personal. El tenía más aparatos que James Bond, nosotros apenas podíamos conseguir patrullas.  El era siempre el de la iniciativa. Nosotros sólo reaccionábamos a sus amenazas."

"No era justo.  Además teníamos otros casos que atender," dijo Gerard.

"Pero ahora es diferente inspector.  Ambos tenemos el tiempo.  Yo tengo mucho dinero, podemos comprar el equipo que necesitemos y pagar a los ayudantes que nos hagan falta."

Gerard dio una última vuelta a la cucharilla.

"Pero, ¿para qué Antonín?  Si Fantomas está muerto, pues murió.  Si está vivo está viejo como nosotros.  Enfrentarse a él no va a ser lo mismo jamás.  Es como dice Marie, hay que pasar la página."

Antonín movió los pelos color mostaza de su cara, amontonados por la leve brisa primaveral de París.

"Yo tengo que saber Padrino. Y solo con su ayuda podré lograrlo."

El inspector comprendió.  Antonín nunca iba a cejar.  No hasta que encontrara el cádaver de Fantomas.

O hasta que lo tuviera de frente.

Gerard sabía lo que era una fijación con su enemigo.  Y por primera vez reconoció que Antonín estaba mucho más obsesionado con su némesis que él mismo.  Gerard nunca se lo diría, pero le tenía demasiado cariño a su ahijado, no podía permitir que su obsesión con la Amenaza Elegante le consumiera su existencia.

No como a él.  Ambos necesitaban un capítulo final de la historia.

“Yo te ayudaré muchacho.  ¿Por dónde empezamos?”

Antonín esbozó una leve sonrisa, un gesto tan poco característico de él que lo hacía aparecer más siniestro de lo que era.

“¿Empezar? ¡Yo nunca he terminado!  Cuando le muestre lo que tengo verá que ...”

El novelista frenó en seco su pensamiento para sacar de su bolsillo una computadora tipo tableta.  Gerard apenas podía encender su celular, así que miró mientras su ahijado leía algo que obviamente capturaba toda su atención.  Luego de terminar Antonín sacó un billete para pagar la cuenta y rápidamente se levantó de su silla.

“¿Qué pasó?” preguntó el inspector.

“Fantomas acaba de anunciar su primer golpe.  Robará mañana una de las sucursales del Banco Fraternal y se jacta que lo hará a plena luz del día,” dijo Antonín mientras veía la noticia en el portal cibernético de noticias del diario Galaxie 33.

“¿Fantomas o Marcel?  ¿Y cuál sucursal?”

“No sé y no sé, Padrino.” dijo con su usual honestidad Antonín.

El inspector se ajustó su chaqueta y limpió las migajas de su camisa.

“Bueno, no importa.  Sé lo que debemos hacer.”

“¿Qué debemos hacer?” preguntó Antonín, sin ningún trazo de sarcasmo.

“Absolutamente nada,” dijo Gerard mientras el último pedazo del croissant desaparecía en su boca.

FIN CAPITULO 2

NOTAS:  Esta historia está basada en la continuidad establecida en mi historia "Hora de regresar" que está en la sección de archivos de este grupo y en el blog MUNDO FANTOMAS.  Ahí se explica cómo Fantomas llega al presente y qué pasó con varios de sus amigos y enemigos durante esas décadas.

EN NUESTRO CAPITULO ANTERIOR: El Banco Fraternal de Francia ha escogido como símbolo publicitario al ladrón más exitoso de todos, ¡Fantomas!  Luego de visitar al banquero Alan Silveira, la Comandante Marie Gerard, su padre el Inspector Gerard y su padrino Antonín descubren que todo es un truco publicitario del banco.  Mientras Marie atiende otros asuntos el inspector y Antonín discuten sus próximos pasos.

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INICIO CAPITULO 3

Antonín no podía creer lo que acababa de oír.  El inspector Gerard, el policía más honesto de Francia le estaba diciendo que no haría nada sobre un robo.  Un robo que podían impedir.

“Explique, padrino.”

Gerard se limpió los bigotes con la servilleta mientras el sol brillaba sobre su calva.

“Es sencillo.  Si es un truco publicitario del banco quedaríamos en ridículo si acudimos.”

“¿Y si es el verdadero Fantomas?” preguntó Antonín.

“Pues tendremos la prueba definitiva de que estás en lo cierto, Fantomas está vivo y debemos capturarlo. ”

Antonín calló por unos momentos,  emulando los distintos escenarios en su mente.

“¿Y Marie? ¿Cómo le afectaría esto?”

Gerard titubeó.  No quería que nada manchara la reputación de lo más que quería en el mundo.  Aún así, tenía su respuesta.

“La policía de París no ha afirmado que Fantomas ha regresado.  Mientras no haya una prueba definitiva Marie podrá decir que el video es de otro imitador más y no se pueden gastar los recursos del directorado en seguir cada impostor que usa el dichoso internet.  Si resultara que es cierto ella podría pedir más personal...”

“... y usted y yo podríamos volver a la policía a tiempo completo.  No está mal, padrino,” dijo Antonín admirando la sagacidad del inspector.

“¡Te lo permito mientras seamos civiles, pero si volvemos a la policía no me digas padrino!” dijo Gerard, levantado el tono de su voz.

Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Antonín.  Las cosas estaban volviendo a la normalidad.  Como en los viejos tiempos.  Solo faltaba saber si Fantomas obraría como en el pasado o si la era de la Amenaza Elegante pertenecía a los libros de historia.

Al otro día todo transcurría con normalidad en París.  Los panaderos ya estaban preparando la harina para sus baguettes y los muchachos estaban ya repartiendo periódicos.  La mayoría de París dormía.  Todo parecía plácido y bueno, excepto para una sola persona.

Geraldine Gautier casi no pudo dormir en toda la noche.  Ella era la gerente de la sucursal de la calle Lara del Banco Fraternal y como todo París supo de la amenaza de Fantomas.  Había 27 sucursales del banco en toda la ciudad, la de la calle Lara no era ni la más grande ni la más pequeña de ellas.  Las probabilidades de que su sucursal fuera asaltada eran menos del 4%.  Fantomas no usaba pistolas, así que la posibilidad de clientes o personal heridos era mínima.  El guardia asignado al banco, Eusebe ya estaba por retirarse, ese no opondría resistencia.  Nadie podría culparlos si Fantomas lograba su operación con éxito aquí. Pero la vergüenza de que su sucursal fuera asaltada era muy grande para Geraldine.  Ella tenía grandes aspiraciones y esa mancha podría ser usada en su contra.  Después de todo, eran raras las gerentes de banco mujeres.  La banca y finanzas francesas seguían siendo el dominio de altos hombres blancos de pelo gris, no de mujeres jóvenes de pelo corto y espejuelos como Geraldine.  Aún así ella había luchado duro por su puesto y aspiraba a más.

El reloj decía las 5:32 de la madrugada.  Ahora le estaba atacando el sueño, trataría de dormir aunque fuera una hora.

No tuvo la oportunidad.

Su teléfono comenzó a sonar.  Geraldine no lo podía creer.  Sin mirar quien la llamaba lo tomó, más dormida que despierta y contestó.

“¿Quién es?”

La voz del otro lado de la línea era femenina, cálida y calmada, aún a esta hora.  Era una voz que no había oído hasta ahora.

“Buen día, Gerente Gautier.  Le habla Odette Iruaca, asistente personal del señor Alan Silveira.”

Al oír el nombre del presidente del Banco Fraternal se le erizaron los pelos y despertó por completo.

“Sí, sí, dígame señorita.”

“El señor Silveira desea comunicarle que la espera a las 7:30 de la mañana en el banco de la calle Lara para una reunión urgente.”

“¿Ur-urgente? ¿Qué pasó? ¿Qué hice?” dijo mientras su mano temblaba.

“El señor Silveira le informará,”  dijo calmadamente la señorita Iruaca antes de colgar, sin esperar respuesta.

Geraldine se quedó sentada en su cama sin saber qué pensar.  ¿La iban a despedir?  ¿O a ascender? ¿O era algo más?

Obviamente no iba a dormir, así que se dirigió hacia el baño a ver si el agua caliente calmaba sus nervios.  Eso fracasó, luego de bañarse seguía tan temblorosa como antes.   Así comenzó los preparativos para reunirse con la persona más poderosa del Banco Fraternal.

Cuando Geraldine llegó a su sucursal a las 6:30a.m. encontró un Lamborghini Huracán color negro justo en frente de la entrada. Una mujer policía estaba al lado del valioso auto para cuidarlo de los curiosos. Geraldine maldijo el tráfico mañanero que la hizo llegar más tarde que su jefe.

En las escalinatas del banco estaba el viejo Eusebe y le abrió la puerta del banco, apenas se atrevía a mirarla a los ojos.

“¿Qué está pasando Eusebe?”

“Nuevas órdenes señorita Gautier.  Tiene que esperar en el vestíbulo.”

“¿Y el señor Silveira? ¿Dónde está?”

“En su oficina.”

El corazón de Gerardine comenzó a latir más fuerte.

“¿Por qué?  ¿Qué hace en mi oficina? ¿Qué he hecho?”

El viejo se puso más triste aún.

“No sé nada.  Llegaron hace un rato.  Se metieron en su oficina y no me han dicho nada.”

Ya esto se estaba pasando de castaño oscuro.  Geraldine tomó su teléfono y llamó a su propia extensión. Luego de dos timbrazos alguien levantó el teléfono, sin hablar.  Geraldine tomó la iniciativa.

“¿Con quién hablo?” dijo Geraldine, lamentando de inmediato su tono altivo y falta de modales.

Al otro lado le contestó la misma persona que la había sacudido de su cama horas antes.

“Buen día, Gerente Gautier.  El señor Silveira la atenderá a las 7:30, como ya se le había informado.”

Con esas secas palabras se cortó la comunicación.  La señorita Iruaca nuevamente había colgado el teléfono.
Geraldine se cruzó de brazos y se sentó en uno de las incómodas butacas usualmente usadas por los clientes que buscaban los servicios de oficiales bancarios.  El miedo que había obtenido de la llamada inicial se estaba reemplazando con una furia sin control por la humillación de la que era objeto.   Este era su banco y ninguna secretaria glorificada tenía derecho a tratarla así.

Excepto la secretaria del presidente, pensó Geraldine, resignada.

Lentamente pasaron los minutos, el semblante de Geraldine ya parecía tan gris como su uniforme corporativo.  A las 7:26 am sonó su teléfono con su orden para pasar.  Tardó cuatro minutos en llegar del vestíbulo a su oficina para encontrarse con el temido presidente Silveira.

Ya había conocido al presidente en dos reuniones corporativas y su encuentro no había pasado de un efímero saludo. Silveira no estaba solo, dos de sus ayudantes lo flanqueaban.  Geraldine se quedó con la boca abierta, ambas estaban en unos minúsculos bikinis azules, mostrando sus enormes encantos.  La de la izquierda era de tez blanca, alta, pelo negro en forma de cola de caballo, con unos ojos verdes enormes que parecía que la querían hipnotizar.  A la derecha una pelirroja de abundante cabellera y grande aretes dorados bostezaba, se notaba que esa no era la hora usual que despertaba. Al estirarse parecía que sus pechos iban a escapar de los pequeños triángulos de tela que eran su sostén. Geraldine creyó haberla visto antes, pero estaba segura que su rostro, pasaría desapercibido por los hombres al verla con sus amplios senos desplegados tan abiertamente.  Ya la joven gerente había oído los cuentos de los diminutos atuendos de las secretarias del presidente, pero una cosa era oírlos y otra era encontrar dos chicas casi desnudas en su oficina.

El presidente se levantó a la llegada de Geraldine.  No le brindó su mano.

“Ah, señorita Gautier.  Le agradezco su presencia y su paciencia.  Tenemos varios asuntos que discutir.”

“Ciertamente” fue la respuesta sosa de Geraldine, que no podía dejar de mirar los pechos de la pelirroja, eran como hipnóticos de lo grandes y firmes que eran.

“Señorita Gautier, esta sucursal va a ser asaltada en el día de hoy por Fantomas.”

Eso sacudió el cerebro de Geraldine.  ¡Su miedo más grande, confirmado!

“¡No puede ser! ¡Oh no! ¡Hay que llamar a la policía!”

“Usted no hará nada de eso,”  dijo con absoluta seriedad Silveira.

Una leve sonrisa apareció en los labios de las voluptuosas chicas.  Obviamente aquí estaba pasando algo más, que todos sabían excepto la joven gerente.

“N-no entiendo” tartamudeó Geraldine, sus ojos empezaban a aguarse.

“Necesito saber si puedo confiar en usted.  Si revela lo que le voy a decir no solo será despedida de inmediato, me encargaré de que no vuelva a trabajar en ningún banco de la Comunidad Europea y su próximo trabajo financiero será contar centavos para deambulantes.  ¿Puede guardar un secreto, señorita Gautier?”

Geraldine aguantó la respiración, exhaló y tomó la palabra.

“Puede confiar en mi señor Silveira, le doy mi palabra.”

“Fantomas va a asaltar este banco porque yo lo decidí así.  No solo Fantomas va a asaltar este banco, al final a usted la van a secuestrar.”

Asalto.  Fantomas.  Deambulante. Secuestro.  Bikinis.

Eran demasiadas emociones y conceptos para una chica que apenas había dormido.   A Geraldine Gautier le temblaron los ojos, las piernas le fallaron.  Torpemente se sentó en una silla y sus ojos se fueron apagando hasta que pasó lo inevitable, se desmayó en su silla.  Lo último que vio y oyó fue la carcajada de la peliroja.

El desmayo en verdad duró poco.  Curiosamente, luego de eso Geradine estaba más alerta y tranquila mientras escuchaba una explicación similar a la que había sido brindada a la familia Gerard.

“¿Porqué nosotros” preguntó Geraldine al final de la explicación.

“La clientela de este banco es mayormente jóvenes profesionales.  El personal es bastante joven también y son chicas.  Espero que no le moleste que le diga que usted es una persona sumamente atractiva.  Todo eso va a ayudar en la promoción,” dijo Silveira.

“¿Promoción?”

“Si, vamos a hacer un comercial usando el pietaje del asalto.  Odette, explíquele los detalles.”

La chica de la larga cola de caballo agarró un saco del piso.  Vamos a colocar seis de estos sacos en la bóveda, en la superficie tienen dinero real pero si escarba...”  dijo mientras metía la mano en el saco “sólo hay papel verde sin valor.”

Odette tomó un saco en cada mano mientras continuaba con el relato.

“Nuestro Fantomas llegará con su ganga.  Estarán fuertemente armados, pero sus armas son réplicas.  Mientras algunos mantienen a la raya a los clientes y personal otros irán a la bóveda y se llevarán estos sacos.  No van a tomar dinero de las cajeras.”

Hasta ahora todo sonaba bien, excepto una cosa.

“¿Y el secuestro?”

“Ah, siempre hace falta una damisela en peligro, pero no se preocupe, su secuestro sólo durará cinco minutos.”

“¿Por qué?”

“Una vez termine de recoger el dinero Fantomas se la llevará afuera como rehén, pero una vez salga lo estarán esperando Las Poderosas Justicieras, mi nuevo cuerpo de seguridad compuesto por completo de chicas.  Es un concepto que estrenaremos el día de hoy.  No quiero más guardias viejos, quiero mujeres hermosas que hagan que más gente quiera abrir sus cuentas en el Banco Fraternal.”

A Geraldine le estaba dando asco lo desviado que estaba su jefe y la suerte que seguramente le depararía al viejo Eusebe.  Mas tenía que admitir que comercialmente, hacía sentido.  Sexo siempre vende y Fantomas también, la gente estaba discutiendo en cada bistro y cafetín si había regresado o no.  Tenía que admitirlo, Silveira era un genio de la publicidad. Aún así ...

Silveira notó la vacilación en el semblante de la joven gerente.

“Si nos ayuda querida Geraldine créame que habrá un alto puesto para usted en las oficinas centrales.”

Palabras mágicas. Mas era el interés de Geraldine en un ascenso que su repugnancia, así su semblante cambió y una sonrisa marcada apareció en sus labios.

“Cuente con mi cooperación señor.”

Silveira se levantó, de su asiento la iniciativa de Geraldine.

“Espléndido.   Odette se quedará con usted para coordinar todo.  Siga sus instrucciones como si fueran las mías, ¿entendido?”

“Entendido señor.”

“Muy bien, ella le ha traído un traje para que se lo ponga.”

Automáticamente Geraldine se miró, confundida.

“¿Qué tiene este de malo?”

“Para trabajo diario, quizás nada.  Pero nuestras gerentes deben destacarse, ser hermosas y sexy.  Odette se encargará de vestirla y maquillarla.  Quiero que para su secuestro se vea … impactante.”

Odette dió el puntillazo final.

“No se preocupe jefe, yo me encargaré de todo, Geraldine quedará como nueva.  Lista para Fantomas, ¡ja, ja, ja!”

Las palabras de la chica en el micro bikini hicieron temblar a Geraldine hasta el hueso.

FIN CAPITULO 3

NOTAS:  Esta historia está basada en la continuidad establecida en mi historia "Hora de regresar" que está en la sección de archivos de este grupo y en el blog MUNDO FANTOMAS.  Ahí se explica cómo Fantomas llega al presente y qué pasó con varios de sus amigos y enemigos durante esas décadas.

EN NUESTRO CAPITULO ANTERIOR: El Banco Fraternal de Francia ha escogido como símbolo publicitario al ladrón más exitoso de todos, ¡Fantomas!  Y ahora la Amenaza Elegante  ha anunciado un robo a una de sus sucursales mientras el inspector Gerard y su ahijado Antonín debatían qué deben hacer.  La sucursal de la calle Lara ha sido seleccionada por su presidente para que sea robada por el falso Fantomas. La hora del robo se acerca...

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INICIO CAPITULO 4

Desde la puerta del Banco Fraternal de la calle Lara se podía ver a los obreros trabajando arduamente en los detalles finales del montaje de una tarima en la plaza Lapaix, justo al frente de la sucursal del Banco. Un equipo de sonido estaba siendo instalado en estos momentos. Nadie se inmutó por eso.  La plaza era usada frecuentemente para shows artísticos menores. Y París era después de todo, París.  Había una fiesta en cada esquina, por cualquier motivo.

“Parece un paredón,”  comentó Geraldine Gautier, gerente del Banco Fraternal.

A su lado estaba Odette Iruaca, asistente ejecutiva del presidente del Banco.

“Al contrario.  Ahí te rescataremos y rodearemos a Fantomas,  La valiente y hermosa gerente, Geraldine Gautier, liberada del malvado ladrón gracias a las guardianas más exóticas y bellas, las Poderosas Justicieras del Banco Fraternal. Nuestra hora de triunfo.  Tu hora de triunfo, no lo olvides.”

“¿El Banco pagó por la tarima?” preguntó Geraldine.

“Por supuesto.  Es necesario para las fotos y el video, sin la tarima nuestro grupo se confundiría con la multitud.  Ya el libreto está hecho.  Luego del asalto Fantomas y su ganga subirán a la tarima, perseguidos por las Poderosas Justicieras.  Ahí el falso Fantomas se rendirá, pero luego escapará.”

“No entiendo, ¿no es mejor apresarlo?”

“Si lo apresamos no podemos seguir la campaña de publicidad, tontita.  Fantomas huirá, pero nos quedaremos con el dinero y atraparemos a sus chicas.  Las Poderosas Justicieras las amarrarán a ellas en la tarima para exhibirlas junto al dinero y que se tomen fotos con los clientes, eso al público le va a gustar mucho. Antes de huir Fantomas va a dejar su falso botín y proclamará por el micrófono la superioridad de las Poderosas delante de miles de personas y millones a través de las cámaras de televisión de la prensa.  Es un plan perfecto de publicidad, de gran impacto a un costo mínimo.”

“¿Y la próxima vez? ¿Qué va a hacer Fantomas ?”

Odette puso su mano sobre el hombro de la joven gerente.

“De eso no te preocupes querida.  Enfócate en lo que debes hacer el día de hoy.  No vas a fallar.  No puedes fallar,” dijo Odette, dándole un fuerte enfásis a la frase no puedes fallar a la vez que apretaba su hombro.

Geraldine entendió el mensaje.  Ella sabía que su futuro en el banco dependía de lo que sucedería en las próximas horas. Según transcurría el día Geraldine se sentía más ansiosa.  No era difícil de notar.

“Estás nerviosa.  Eso es normal.  Es excelente.  Cuando nuestro Fantomas llegue lo harás a la perfección.  Tu gente también.  Todo saldrá bien. Harás tu parte y cuando se acabe todos nos iremos a casa. Como planeado.  Recuérdalo,” dijo Odette.

Todo lo que se podía hacer ya se había hecho.  Geraldine había reunido a su personal antes de abrir el banco para  recordarles los procedimientos del banco en caso de robos y presentarles a Odette, indicando que debían seguir sus instrucciones al pie de la letra.  Orientaciones similares estaban ocurriendo en ese momento en todas las sucursales del Banco Fraternal en Paris por orden del presidente.  El dinero falso había sido colocado en la bóveda.

Todo iba de acuerdo al plan de Silveira y Odette, pero Geraldine se sentía incómoda.  Gran parte de esa incomodidad era el traje que Odette le había obligado a ponerse.  Era de un material parecido al látex, color rojo Ferrari, increíblemente pegado y ajustado, tanto así que no estaba usando sostén, ni ropa interior.  El material apenas alcanzaba a cubrir sus caderas y un poco más de sus muslos.  Se trepaba cada vez que daba dos pasos.  Sentarse sin sentirse como una exhibicionista era casi imposible. Geraldine se sentía vulnerable.  Ciertamente no podría correr con los tacos carmesí que llevaba puestos.  Capturarla sería trabajo fácil hasta para una niña exploradora, pensó.

Mientras tanto Odette ya no tenía el pequeño bikini que Geraldine había visto a su llegada al banco.  Si un estilo tenía el vestido que Odette llevaba se podría denominar como barracuda corporativa.  Era negro, con alto cuello y mangas hasta la muñeca, más pegado que el de Odette y solo la cubría un centímetro más allá del fin de sus firmes y redondas caderas.  Tenía un escote en forma de diamante que ya había causado dos tropezones entre los clientes del banco que se habían torcido el cuello para observarla. Guantes negros cubrían sus manos. Caminaba sensualmente con unas botas azabache que le llegaban hasta las rodillas, con unos tacos afilados más altos que los de Geraldine.  El arte de caminar en tacos era algo que Geraldine siempre había fallado, pero que Odette Iruaca dominaba a la perfección. Mientras Geraldine proyectaba incomodidad, Odette demostraba seguridad al caminar en un traje mucho menor y más pegado que el suyo.  La envidia que Geraldine le tenía ya rayaba en la admiración.

Odette no se despegaba de Geraldine en casi ningún momento.  De vez en cuando salía afuera, Geraldine suponía que para coordinar las cosas con las Poderosas Justicieras o con la gente del sonido de la tarima.

La primera orden de Odette al personal fue recoger todos los teléfonos móviles de los empleados, bajo la excusa de que se distraerían viendo las noticias.  Luego le explicó a Geraldine las razones exactas para eso.

“Cada hora se estarán dando pistas sobre el robo por la cuenta de Fantomas en Twitter.  A medida que se acerque la hora las pistas harán que más gente llegue.  Si las empleadas se enteran se pondrían demasiado ansiosas. Una hora antes del robo se anunciará que esta es la sucursal donde ocurrirá el asalto.  Llegarán las cámaras y los periodistas.  Todos te verán. Será espectacular.”

“Lo confieso, estoy bien nerviosa,” admitió Geraldine.

“Tranquila, nuestro falso Fantomas me secuestrará a mí también.  Estaré contigo todo el camino, hasta el final.”

Geraldine sonrió.  Las impresiones negativas iniciales que había tenido de Odette se habían desvanecido.  Había una mujer capaz detrás del minúsculo traje de baño que llevaba puesto en la mañana.  Geraldine la había observado, era buena dando instrucciones, firme cuando era necesario y amable cuando esa era la mejor opción.  Sería una excelente subgerente, si no estuviera ya en un puesto mayor.  Era bueno para Geraldine contar con una amiga en las oficinas centrales, donde estaría pronto sin duda.  Ella haría su parte.

Solo faltaba media hora para el cierre del banco cuando comenzó el tan esperado asalto. Geraldine nunca olvidaría la entrada de Fantomas, que llegó en su traje clásico de etiqueta, capa y sombrero de capa azules, con un largo bastón.  Le seguían cuatro chicas, cubiertas en spandex negro de pies a cabeza, sus máscaras eran como las de Fantomas, pero negras.  Sus ojos estaban cubiertos con visores rojos siniestros. Todas ellas llevaban poderosas metralletas que parecían sumamente reales para Geraldine, pero después de todo ella no sabía mucho de armas.

“¡Esto es un asalto!  Nadie se mueva y ninguno saldrá herido,”  dijo Fantomas.

Los clientes y cajeros alzaron las manos.  Estaban más tranquilos de lo que se esperaba en este tipo de situación.  Varias de las cajeras hasta parecía que tenían un orgasmo ante la presencia del galante ladrón y sus esculturales cómplices.

Dos de las ladronas se dirigieron a la bóveda junto con el viejo guardia Eusebe, al cual le quitaron la pistola y lo amarraron.  De la bóveda tomaron los sacos de dinero que había traído Odette y ahí dejaron encerrado al pobre guardián.   Las otras dos se quedaron en el piso, apuntando sus armas hacia el personal.  Todo transcurría según le había dicho Odette a Geraldine.  No había sorpresas.

De momento llegó el momento que tanto temía Geraldine.  Fantomas dirigió su mirada y su atención hacia Odette y hacia ella. Era difícil de esconderse, el traje rojo de Geraldine llamaba demasiado la atención y Odette y su escultural cuerpo de actriz porno nunca pasaría desapercibida.

“¡Ustedes dos! Vengan acá, por favor.”

Geraldine y Odette se acercaron, caminando con las manos alzadas.

“Lamento incomodarlas de esta manera, queridas damas, pero temo que las Poderosas se acercan y necesito que sean mis rehenes en lo que termino mi... visita.  No les haremos daño. Ustedes entienden, claro.”

“Por supuesto señor Fantomas.  Haremos todo lo que quiera.  Todo,”  dijo sensualmente la bella Odette.

“Wow, Odette se derrite por Fantomas, que diría el señor Silveira si lo sabe” pensó Geraldine.

Los pensamientos de Geraldine en esa dirección fueron interrumpidos por una de las ladronas, que se acercó a la joven gerente y ató sus manos a su espalda firmemente con una cinta plástica.  La chica de negro luego hizo lo mismo con Odette. Ninguna opuso resistencia. Geraldine había sido advertida de que esto iba a pasar.

Fantomas se puso de frente a Geraldine, solo centímetros separaban sus caras.

“Espero que no grite.  Sería un verdadero crimen tener que amordazarla y ocultar tan hermosos labios,” dijo suavemente la Amenaza Elegante al oído de la hermosa gerente.

Geraldine no pudo evitar sonrojarse ante el inusual piropo.  Odette la miraba, complacida.

“Obedeceremos señor Fantomas” dijo Geraldine.

“Cuento con eso, preciosa” contestó el ladrón, ahora se movió al centro del banco para despedirse en voz alta.

“Franceses, les doy las gracias por su cooperación.  Pronto les devolveré a sus hermosas gerentes.  Espero volver nuevamente a este magnífico banco, es el mejor para hacer retiros.”

No se sabe quién lo empezó, pero de pronto empezaron a exclamar a coro las empleadas y clientes del banco.

“FAN-TO-MAS, FAN-TO-MAS, FAN-TO-MAS”

La Amenaza Elegante no pudo menos que quitarse el sombrero de copa e inclinarse ante su público en su retirada.  Todos aplaudieron.

Afuera ya había bastante gente, muchos sacando fotos.  Ya estaban también las nuevas guardianes del cuerpo de seguridad central del banco, las llamadas Poderosas Justicieras apuntando a Fantomas y a su grupo.  Eran una docena de chicas, mujeres altísimas y hermosas, vestidas de pies a cabeza en un uniforme militar color rojo sangre y boinas del mismo tono.  El logo del Banco Fraternal estaba en el lado derecho de sus uniformes y en sus brazos.

Poco a poco los rivales fueron moviéndose hasta que Fantomas, sus cómplices y sus rehenes quedaron atrapados en la tarima.

“¡Suelta el dinero y las rehenes Fantomas!”  gritó una de las Poderosas, una rubia de pelo corto que casi alcanzaba los dos metros y un tercio.  Ella estaba a pocos metros de Fantomas y su grupo,  En sus manos tenía un rifle AR-15 y en sus ojos se veía la intención de usarlo.

El público estaba delirante, en su inmensa mayoría habían venido a apoyar a la Amenaza Elegante:

“FAN-TO-MAS, FAN-TO-MAS, FAN-TO-MAS”

Muchos alzaban los afiches de Fantomas que había producido el banco.

En la tarima había un equipo de sonido y un micrófono que Fantomas usó para su sorpresivo anuncio.

“¡Hola Francia! ¡He regresado!”

La multitud deliraba y aclamaba a Fantomas como si fuera un político en campaña o un goleador de la Copa Mundial.

“FAN-TO-MAS, FAN-TO-MAS, FAN-TO-MAS”

“¡Oh no, me han acorralado las Poderosas Justicieras!  ¡Sólo me queda una cosa por hacer!  ¡Para celebrar mi regreso les doy este regalo, cortesía del Banco Fraternal y su amigo Fantomas!”

Al unísono las ladronas lanzaron las bolsas de dinero a la multitud mientras Fantomas tiraba unas esferas al piso.  En cuestión de segundos la tarima quedó llena de humo, la gente se mataba por los billetes de las bolsas y la confusión fue total.  Varios minutos después se despejó el humo, se acabaron los billetes y Fantomas y sus cómplices desaparecieron.  Solo quedó Geraldine, atada en medio de la tarima,  De verdad no entendía que había pasado.  Pero una sospecha carcomía su cerebro.

Una vez fue liberada Geraldine regresó al banco y de inmediato ordenó un conteo de los billetes del banco.  Para su sorpresa no faltaba un solo euro.

FIN CAPITULO 4

NOTAS: Esta historia está basada en la continuidad establecida en mi historia "Hora de regresar" que está en la sección de archivos de este grupo y en el blog MUNDO FANTOMAS.  Ahí se explica cómo Fantomas llega al presente y qué pasó con varios de sus amigos y enemigos durante esas décadas.

EN NUESTRO CAPITULO ANTERIOR: El Banco Fraternal de Francia ha escogido como símbolo publicitario al ladrón más exitoso de todos, ¡Fantomas!  El banco de la calle Lara fue visitado por la Amenaza Elegante, pero el resultado fue que Fantomas no se llevó un solo euro de la bóveda de la sucursal.

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INICIO CAPITULO 5

En la confusión de la desaparición de Fantomas y su ganga durante su visitas al Banco Fraternal pocos notaron la ausencia de Odette, ayudante especial del presidente.  Los que la conocían probablemente pensaron que se había ido junto con Fantomas a las oficinas centrales a reportar el éxito del falso asalto.

Eso era exactamente lo que Odette había hecho.  En la confusión del humo y el dinero Odette demostró que era posible para una mujer correr con botas mientras tenía las manos atadas, una destreza única que había tenido la oportunidad de practicar en varias oportunidades en su trabajo.   Una camioneta negra del Departamento de Prisiones de Francia cerca de la tarima estaba ya lista para recibir al falso Fantomas, las ladronas y su antigua rehén.  En segundos partieron, ayudados por las luces y sirena de emergencia que hacía que todos los conductores les abrieran el paso.  Nadie los siguió.  Eso no era sorprendente. Nadie cuestiona un vehículo del Departamento de Prisiones que lo guíen enmascarados. La gente asumía que eran policías de las Fuerzas Especiales de camino a una entrega de peligrosos criminales.  Dentro de la camioneta una de las chicas sacó una cuchilla y cortó los amarres de Odette.  Todos se miraron y rieron a carcajadas mientras se alejaban del lugar.

La camioneta no tardó en llegar al sótano de las oficinas centrales del Banco Fraternal.  Luego de entrar su clave tuvieron acceso a un elevador especial que los llevó directamente a las oficinas del presidente.  En el vestíbulo estaba la pelirroja, esta vez en un bikini blanco, tan pequeño como de costumbre.

“Nos está esperando” dijo la chica.  Todos pasaron directo a la oficina.

En su escritorio se encontraba el presidente del banco, Alan Silveira.

“Reporten” dijo Silveira.

Una de las chicas se quitó la máscara de tela.  La cara revelada era la de la francesa de pelo corto llamada Piscis, una de las más hermosas ayudantes de la Amenaza Elegante.

“Por supuesto. En nuestro lado se completó la misión bajo los parámetros establecidos.  Se realizó el “asalto” sin incidentes.”

Las otras chicas se quitaron sus máscaras también.  Eran las chicas del Zodíaco conocidas como Virgo, Escorpio y Leo.

Odette Iruaca se tocó la cara rápidamente en un sector y de momento un pequeño haz de vapor cubrió su rostro para despegar la máscara facial que ocultaba las verdaderas facciones de la agente especial Acuario.

“No hubo problemas, señor,” dijo riéndose Acuario, en tono burlón.

“¿Y tú, Fantomas?” dijo Silveira.

Fantomas procedió a quitarse el sombrero, saludando al presidente del banco.

“Pues me divertí muchísimo, señor Silveira, siempre es bueno recibir los aplausos del público.  Todo fue de acuerdo a su excelente plan,” dijo sarcásticamente el enmascarado.

Silveira sonrió.

“Al plan de Silveira, sí, claro. Creo que por fin puedo usar mi verdadera cara.  En verdad odio los disfraces, no sé cómo a ustedes les gustan tanto” dijo Silveira.

Como pasó con Acuario, un vapor blanco rodeó la cabeza de Silveira, rodeándola por completo.  En segundos la cara de Alan Silveira, presidente del Banco Fraternal había desaparecido.  La máscara que constituía la faz y pelo de Alan Silveira se habían desprendido. En su lugar estaba el rubio Orión, uno de los colaboradores de Fantomas.

Fantomas no se quitó la máscara.  Después de todo, él si era la Amenaza elegante. El original.

“Yo no pienso quitarme nada, quería hace tiempo un cambio y me quedo así.  Me quedo con los microkinis, el pelo rojo sangre y los pechos grandes, muchas gracias Profesor Semo” dijo la recepcionista pelirroja en el pequeño traje de baño que en verdad era Algol, la experta en informática.

El profesor Semo era el principal asesor científico de Fantomas y se había encargado de convertir a Algol en la doble de Scarlett Red, conocida modelo de lencería.  Scarlett era una de las mujeres pertenecientes al harem de chicas núbiles que Silveira mantenía en su oficina como adornos.  Como su cara y la de Algol eran bastante parecidas Fantomas sugirió que su experta en informática sería perfecta para sustituirla, luego de unos cambios a -su cuerpo.

Odette alias Acuario intervino.

“Algol, debiste haber usado una máscara como yo, te pueden reconocer en otra ocasión.”

La chica se puso a estirar los finos cordeles que aguantaban los tenues triángulos que sostenían sus voluminosos senos.

“Acuario, querida, sabes tan bien como yo que cuando usas un traje de baño como este para trabajar casi nadie se fija en tu cara.”

Todos rieron con la ocurrencia de la joven experta en sistemas de información.

“¿Y la verdadera Scarlett?  ¿La secuestraron?” preguntó el joven Orión.

“Mejor que eso.  Está en su casa encerrada por su propia voluntad desde hace dos semanas.  Es una fanática de los videojuegos y le conseguimos unas copias de avanzada de “Asesinos Espaciales 3”, “Terror Zombie 5” y de “Calibre Mortal 4”. Todavía no los ha completado todos y no piensa salir de su aposento hasta lograrlo,” dijo Escorpio.

Fantomas tomó la palabra.  Se sentó sobre el escritorio mientras Orión se quitaba la chaqueta de Silveira, para luego pararse junto a las chicas.

“Es momento de explicar mi parte de este asunto.  Ya que mucho de mi antiguo capital está atado con las empresas de Andrómeda, creo que tener una buena cantidad de efectivo para financiar mis operaciones es la mejor manera de empezar mi récord delictivo del siglo XXI.”

La oriental llamada Escorpio reía para sí.  Cuando se creía que Fantomas había muerto su directora de operaciones, Andrómeda, había usado su capital para crear una de las compañías más poderosas a nivel mundial.  Billones de euros que estaban a la disposición de la Amenaza Elegante, como ella le había dicho en más de una ocasión.  Pero Fantomas quería trabajar y ser ladrón era su profesión. Nadie pudo convencerlo de lo contrario. Y si Andrómeda no podía convencerlo, nadie lo lograría.

“Hacer un elegante robo a un banco no es tarea fácil, especialmente para las cantidades de dinero que quería.  Demasiado efectivo para cargar. ”

“Pero usted encontró una manera,” dijo Virgo, su hermoso y abultado pelo marrón en forma de casco era la admiración de muchas.

“El plan completo lo hizo su compañera, la hermosa Algol, ella fue quien me propuso el objetivo y la forma de lograrlo, yo solo la ayudé en par de detalles menores,” dijo señalando a la pelirroja a su lado.

Todos se unieron al aplauso iniciado por la Amenaza Elegante.  Algol no se sonrojaba por nada, esta vez si lo hizo gracias a las felicitaciones de los presentes.

“Gracias señor Fantomas, es usted muy amable y modesto en cuanto su contribución al plan. Pero Acuario me ayudó mucho en la parte operacional, así como el resto de las chicas y Orión, por supuesto.

“Cuéntanos todo, desde el principio, yo estaba vacacionando en Cannes cuando decidieron empezar y solo pude participar en lo de hoy, quiero saber cómo empezó todo,” dijo Piscis, orgullosa de su nuevo bronceado y de los logros de su querida amiga.

Algol estaba orgullosa de realizar la explicación del golpe, algo que sólo el señor Fantomas hacía en el pasado.

“Yo había investigado al Banco Fraternal y pensé que sería perfecto para un fraude informático que estaba deseosa por implementar.  Lo consulté con el señor Fantomas y afinamos los detalles. Mientras yo preparaba la parte de informática el señor Fantomas se disfrazó como el presidente del banco, Alan Silveira para comenzar su parte del plan.  Luego Acuario, Leo y yo nos haríamos pasar por las recepcionistas del banquero. La gente que visitaba su oficina no sabía que las tres estábamos muy ocupadas en nuestra operación.  Nos subestimaron una vez más por ser lindas y voluptuosas, ja, ja, ja.”

“Un momento.  Yo creía que Orión era el que había sustituido a ese granuja” dijo Piscis.

Fantomas intervino.

“Yo siempre estuve disfrazado de Silveira hasta esta tarde. Orión era el que se disfrazaba de Fantomas en las promociones y fotos publicitarias del banco.  Pensé en seguir suplantando a Silveira hasta el final y dejar que Orión se disfrazara de mí nuevamente, pero no pude resistir salir como Fantomas durante el asalto al banco.  Dejé a Orión en mi lugar por unas pocas horas, solo con la indefensa Algol en su pequeño bikini, pobrecito,  Prosiga por favor, Algol,” dijo la Amenaza Elegante.

“Muchas gracias, señor Fantomas.  Lo próximo que se hizo en la implementación operacional del plan fue lograr el despido del Oficial Principal de Informática y tres de sus ayudantes.” dijo la peliroja.

“Ouch, qué mal,” dijo Piscis.

“No lo lamentes, ellos estaban usando los datos de los clientes del banco para venderlos a agencias publicitarias, entre otros fraudes.  Ahora los de informática tenían mucho más trabajo y menos tiempo para observar la seguridad de sus sistemas, además de que sabían que estaban siendo vigilados también, dos de los que se quedaron también habían participado del esquema y temían ser descubiertos y despedidos de un momento a otro.  Escorpio y Virgo los visitaron varias veces, haciéndose pasar por auditoras. Los llenaban de aún más trabajo con sus pedidos de información,”  dijo Algol.  Pausó por un momento, esperando que la Amenaza Elegante continuara.

Fantomas habló.

“Por favor, siga querida Algol, se merece el honor de explicar su exitoso plan.”

La joven no cabía en su bikini de la satisfacción que tenía.  No era usual que fuera una de las chicas del Zodíaco la que diseñara el plan, especialmente el primer trabajo que haría Fantomas en el siglo 21.  Fantomas le había dado la confianza y ella estaba super contenta por la oportunidad.

“Muchas gracias. Uno de los procedimientos de seguridad que utilizan muchas empresas es tener contraseñas de alto nivel guardadas en la bóveda personal del presidente.  Eso se hace en la eventualidad de que si es necesario despedir repentinamente a personal de informática exista la manera de asignarles derechos a otros usuarios.  Fue mucho más fácil para el señor Fantomas disfrazarse como Silveira y obtener esas contraseñas.  Yo hice varios perfiles de usuarios de alta seguridad, a los cuales les poníamos como nombre Auditores e Investigadores.  Así los usuarios no cuestionarían nuestras acciones.  Modifiqué los parámetros de los programas de seguridad para que los reportes de anomalías me llegaran a mí y no a los de sistemas de información.”

“Ya veo, mucha protección contra hackers exteriores, pero indefensos a ataques desde adentro” comentó Leo, una de las chicas del Zodíaco, procedente de España.


“Así es Leo, eso ocurre frecuentemente.”

“Y entonces luego hicieron una transferencia y ya” dijo Piscis.

“Oh no querida.  Nada tan simple.  Hicimos 386 cuentas y 735057 transferencias en una semana que al final fueron destinadas a 128 bancos alrededor del mundo. Acabé el proceso hace 15 minutos. Miles de transacciones reales que eran invisibles para los dueños de las cuentas que usamos a través de mis modificaciones a los programas del banco.  Explicar el proceso exacto me llevaría horas.  Un verdadero spaguetti de movimiento de fondos, que los del banco nunca podrán entender por completo y mucho menos recobrar,”  dijo Algol.

“¿Y el resultado final fue?” preguntó Virgo.

“Un golpe de 543 millones de euros, sin descontar lo que repartimos frente al banco” dijo satisfecha por su logro la voluptuosa Algol.

“Uff cuando se entere Silveira va a gritar” dijo Leo, jugando con su larga melena negra.

“Ahora mismo está perdido en medio de Zimbawe, junto a la verdadera Odette.  Luego les contaré como llegaron ahí, je, je. Me lo debe agradecer, le arreglé varios de sus problemas mientras estaba administrando el banco,” dijo Fantomas.

“¿Y si estaban haciendo todas esas transacciones para que fue a la sucursal vestido de Fantomas?  ¿No era más fácil hacer el trabajo y ya, sin mucho riesgo y exposición?” dijo el joven Orión, el cual todavía tenía la máscara de la cara de Silveira en sus manos.

“Pero amigo Marcel, digo, Orión, precisamente eso era lo que quería.  Que la gente especulara sobre mi retorno.  Que hablaran de mí en todos lados.  Que me vieran en carne y hueso.  Que envidiaran mis hermosas ayudantes. Que sacaran miles de fotos de un Fantomas.  Y al final, un triunfal regreso. Aclamado por la multitud. No pude resistir. Todo eso es parte del arte de ser la Amenaza Elegante,” dijo Fantomas.

“Además, los robos usando los sistemas de información son más comunes en estos tiempos.  Solo que raramente las compañías lo reportan.  Primero, la mayoría de la gente no los entiende.  Segundo, haría que la gente pierda la confianza en esas compañías.  No son robos llamativos y sexy, como usualmente hacía el señor Fantomas.  El primer golpe del señor Fantomas en el siglo 21 no va a pasar desapercibido,” dijo Algol.

“Ya yo le envié varios datos a Fandor.  El Galaxie 33 tendrá la exclusiva de los detalles de su primer gran robo,” dijo Acuario.

Jerome Fandor no solo era el dueño del grupo de comunicaciones de Francia Galaxie 33, era uno de los más antiguos y fieles colaboradores de Fantomas.

“Hmm, creo que yo fui la primera persona que hizo un robo a un banco usando computadoras en Francia.  Hay veces que hay que retornar a los clásicos,” dijo Fantomas, recordando viejas aventuras.

“Y eso de las Poderosas Justicieras, ¿fue su idea?” preguntó Virgo.

“Aunque parezca increíble debido a mi reputaión, eso no fue mi culpa, era un invento de Silveira. Otra excusa para tener chicas voluptuosas de sesos huecos en tanguitas como a él le gustan, dando vueltas por el banco, su oficina y sus residencias.  El de verdad quería salir de todos los guardias varones de la corporación. Cuando supe los detalles me dió mucha risa, pero Acuario sugirió que las usáramos en el falso asalto en la calle Lara y fue tremenda idea. Les cambiamos los bikinis por unos uniformes menos reveladores que diseñó Leo, para que se vieran más profesionales y competentes, pero aún así hermosas.  A las más altas y que se veían más capaces las recluté para trabajar como sus rivales hoy.  Ellas sabían que todo era una farsa y actuaron de acuerdo al libreto que les dimos.  Sus armas eran tan falsas como las que usaron ustedes.  Nadie corría peligro.”

“¿Y el nombre? En verdad suena bien idiota,” dijo Leo.

“Una invención de Silveira también.  Al principio pensaba que las Poderosas Justicieras era el nombre más ridículo y estúpido jamás inventado, pero como que me está gustando después de todo.  La Comandante Gerard debería usar ese concepto, en la fuerza policíaca de París seguramente hay chicas hermosas y competentes como ella que podrían hacernos frente de vez en cuando. Sería un cambio agradable, mejor que los enormes bigotes de Gerard y los espejuelos demoníacos de Antonín.”

Piscis se quedó pensativa.

“Creo que hay algo que todavía no nos dice, señor Fantomas”

Fantomas tomó un vaso de agua y continuó.

“Llámenme nostálgico, pero quería ver a Gerard y Antonín nuevamente.  Sorprendentemente, para su edad se ven bien.  También deseaba conocer a la hija de Gerard, la cual es preciosa, pero me odia a muerte.”

“De verdad no me imagino cual podría ser el motivo” dijo sarcásticamente Acuario.

Fantomas sonrió levemente bajo la máscara blanca y siguió.

“Todo salió bien.  Fantomas robó un banco a plena luz del día, como prometido y se regalaron varios miles de euros a los presentes, que me lo agradecieron en el alma.  Le di una lección al patán de Silveira que le va a costar bastante.  Saludé a mis enemigos y conocí a mi nueva rival.  No está mal.  Ya es hora de que partamos y volvamos todos al Refugio, allá terminaremos la celebración.  Tengo varias cajas de vino guardadas que me muero por descorchar. Sólo queda un par de cosas por hacer.”

A la espalda de Fantomas había un cuadro de Alan Silveira posando frente a la fachada del banco.  Fantomas sacó un aerosol y procedió a escribir su famosa letra F roja sobre el cuadro, arruinándolo o arreglándolo según la opinión de otros.

“Nunca me gustó ese cuadro.  Una pésima y ofensiva imitación de Rembrandt” afirmó Fantomas.

“Nunca me gustó esa persona.  Una pésima y ofensiva imitación de un ser humano” sentenció Acuario.

Fantomas no contestó.  Solo se movió para buscar algo debajo del escritorio.

“Antes de irnos, vean la verdadera razón por la cual hice todo esto, algo que deseaba hace mucho tiempo.  Mi única contribución al plan fue provocar la reunión con la familia Gerard con el singular propósito de lograr esto que van a ver.”

Y de un tubo sacó el afiche de la campaña publicitaria de Fantomas, firmado por el inspector Gerard el día de su reunión con su lema “mi venganza será terrible”.

“Ocupará un lugar de privilegio entre mis obras de arte. ¿Qué les parece?”

Todos los presentes rieron a carcajadas.  En pocas horas otros no pensarían lo mismo. No les daría nada de gracia.

FIN CAPITULO 5

NOTAS: Esta historia está basada en la continuidad establecida en mi historia "Hora de regresar" que está en la sección de archivos de este grupo y en el blog MUNDO FANTOMAS.  Ahí se explica cómo Fantomas llega al presente y qué pasó con varios de sus amigos y enemigos durante esas décadas.

EN NUESTRO CAPITULO ANTERIOR: El Banco Fraternal de Francia ha escogido como símbolo publicitario al ladrón más exitoso de todos, ¡Fantomas!  El robo a una de las sucursales del banco resultó ser sólo una pequeña parte de un monumental fraude informático planeado y ejecutado por la experta en sistemas de Fantomas conocida como Algol.  Fantomas ha regresado y ya no hay duda de eso entre el público y la policía de París.  Ahora la familia Gerard debe enfrentar las consecuencias de ese regreso.
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INICIO CAPITULO 6

Gracias al periódico Galaxie 33 se supo la verdad del esquema realizado por la Amenaza Elegante y su grupo. Bueno, no toda la verdad.  Mas bien, algo de la verdad. Los detalles exactos nunca se sabrían, por supuesto.  Dar a conocer demasiados datos delataría la fuente de la información, que fue por supuesto el grupo de Fantomas. Y la Amenaza Elegante podría estar tentado en repetir el esquema en otro lugar.  Un mago nunca revela todos sus trucos.

Se tardaron varios días en rescatar de Africa al presidente del Banco, el señor Alan Silveira, el cual a su regreso quedó en el mayor de los ridículos y en un grave aprieto económico para el banco. Odette Iruaca se desmayó cuando supo lo que su suplente había hecho en su nombre.

La modelo de lencería Scarlett Red salió de su casa cuando se aburrió de sus videojuegos y se le acabaron los comestibles para encontrarse fuera de su casa con un pelotón de la policía.  Fue arrestada de inmediato, ya que pensaban que era el cerebro detrás de todo el fraude al banco. No tardaron en liberarla una vez se dieron cuenta de su cerebro de mime que apenas podía usar una tarjeta de crédito. Marie Gerard no estaba muy contenta con la falta de arrestos.

El dinero hurtado nunca fue recuperado gracias a daños irreparables a los programas y datos usados por el banco.  Ni las copias de resguardo externas les ayudaron. Muchos en los departamentos de informática y auditoría del banco perdieron sus empleos debido a esta debacle. Había algunos que pensaban que todo era un esquema de fraude del propio Silveira y varios en el departamento de informática.  Ciertamente había suficientes pruebas en esa dirección.  Si tan solo Fantomas no se hubiera autoproclamado como el culpable los fiscales estaban seguros de que podrían meter a Silveira varios años en la cárcel.  Pero la vida está llena de decepciones.

Curiosamente la participación de la familia Gerard en el asunto no fue mencionada por la prensa, algo que todos sus miembros silenciosamente agradecieron infinitamente. La próxima vez no tendrían tanta suerte, de eso estaban seguros.

El inspector seguía viviendo con Antonín, el cual no escatimó en gastos para comprar una casa de tres pisos cerca del directorado donde trabajaba su ahijada Marie.  El primer piso era la cocina, la sala y las habitaciones del inspector.  El segundo piso eran las habitaciones de Antonín y su oficina.  El tercero contenía todos sus libros.

Tenían todas las comodidades. Una señora les cocinaba y les limpiaba la casa, así que no tenían que pasar mucho trabajo en tareas domésticas.  El inspector estaba obsesionado con una nueva rutina de ejercicicios y se sentía mejor que en muchos años.  Antonín continuaba escribiendo sus novelas policíacas y estaba pensando seriamente en una gira para promover su próximo libro. Ambos dedicaban parte de su rutina diaria a trabajar en las memorias del inspector.  Sus caracteres se complementaban a la perfección y vivían unas vidas sosegadas.  Sin embargo, ambos sabían que eso no duraría para siempre con el regreso de la Amenaza Elegante.

Semanas después del reportaje del robo el inspector Gerard desayunaba en el pequeño patio interior de la casa de Antonín, una pequeña bandeja de croissants estaba frente a él junto a la enorme jarra de café y un vaso de jugo que estaba ya casi acabado.  Frente a él estaba su ahijado Antonín, leyendo en su tableta sobre el robo de dos pinturas de Chagall efectuado por Fantomas en Nueva York en la noche anterior.  La Amenaza Elegante atacaba de nuevo.  Había estado muy ocupado desde su retorno, aunque no tanto en Francia. La amenaza de Fantomas era mucho más global en este siglo.  Antonín se compadecía de sus colegas policías alrededor del mundo, que no sabían a lo que se enfrentarían.

En esos momentos la comandante Marie Gerard llegó a la residencia de Antonín a visitar a su padre.  Luego de los saludos iniciales y de consumir la primera taza de café la comandante no tardó mucho en mencionar el caso del Banco Fraternal y su autor intelectual.

“Y pensar que lo tuve tan cerca y me besó las manos, ese cerdo, lo odio.  Es un enfermo sexual, con todas esas tipas casi desnudas que no se respetan a sí mismas.  Ninguna mujer decente se dejaría tratar como un pedazo de carne, usada sólo para ser exhibida y complacer la depravación sexual de su jefe.  Fantomas es tan perverso o más que el truhán de Silveira, claro, por eso pudo suplantarlo tan bien.  Son los mismos,” dijo enfurecida Marie, nunca calmada cuando se trataba de la Amenaza Elegante.

Nuevamente Marie escupió en el piso, como era su costumbre cada vez que tenía que hablar de Fantomas.  Su costumbre desde que era niña. Un hábito poco femenino y bastante desagradable de ver. El inspector Gerard ya estaba resignado a que no podría cambiarla jamás en ese aspecto.

Sobre los comentarios de Marie el inspector no dijo nada.  Era la primera vez que Fantomas la engañaba.  Probablemente no sería la última.  Luego le aconsejaría que sería un error para Marie menospreciar a la Amenaza Elegante, especialmente por su deseo de trabajar con hermosas mujeres.

Una equivocación más grave sería descartar a las chicas del Zodíaco como objetos de adorno, solamente por la brevedad de sus vestidos y la enormidad de sus escotes.  Ellas no eran chicas con cerebro de mosquito acompañando unos pechos del tamaño de bolas de baloncesto y unas piernas de rascacielos, como las mujeres que Silveira usualmente tenía tiradas como toallas sucias en su oficina y en sus aposentos.

Muchos hombres y mujeres asumían que unas chicas no podían ser despampanantes e inteligentes a la misma vez, como si su coeficiente intelectual tenía que ser inversamente proporcional al volumen de sus senos para que hubiera justicia en el mundo.  Ese error lo había cometido el personal del Banco y el precio a pagar sumaba hasta el momento alrededor de 200 millones de euros, según había logrado contabilizar el personal de finanzas de la corporación.  Gerard sospechaba que el monto total sería mucho mayor cuando acabaran la investigación.  Las ayudantes de Fantomas habían sido parte vital de esta operación según le había sido informado extraoficialmente al inspector.  Sin duda, las chicas del Zodiaco eran tan peligrosas, inteligentes y audaces como su jefe, mucho más de lo usual.

“Imagino que debes estar contento, estabas en lo cierto, después de todo.  Lo admito, me equivoqué. Ya no hay dudas para nadie. Fantomas vive y toda Francia lo sabe.  Siento haber dudado de tí,” dijo Marie al dirigirse a su padrino, Antonín.

Marie y otros en la Fuerza se habían burlado de Antonín por insistir por años que Fantomas estaba vivo, una mancha que hacía mella sobre su récord exitoso como inspector en las fuerzas policíacas de Francia.  Antonín nunca estuvo preocupado por los golpes a su ego, solo por la verdad.  Y aunque no lo admitiera, si le había dolido que su ahijada no tuviera fe en sus corazonadas, porque solo así se puede denominar lo que creía sin una evidencia contundente.  Ahora se demostraba sin lugar a dudas que Fantomas había regresado, como lo había dicho Antonín por muchos años.  Otros habrían aprovechado la ocasión para un “te lo dije”, al cual tenía perfecto derecho y justificación.  Pero Antonín no era así.  Y jamás buscaría hacer sentir mal a su ahijada.

“Hiciste lo correcto al no existir pruebas independientes que afirmaran lo contrario. Solo me satisface que la teoría ha sido sustentada por datos.  Lo cual no cambia que nuevamente un peligroso criminal de grandes recursos económicos ronda las calles de París y del mundo.  Eso no debe poner contento a nadie y debe preocupar a todos,”  dijo el novelista.

“Así es padrino, excelente contestación, muy digna de tu honor.  Por eso había consultado hace varios días con mis superiores y hoy me han autorizado a informarles a ambos que sus servicios nuevamente son necesarios, por el bien de la República.”

De su bolsillo sacó dos placas con sus nombres que ostentaban el puesto de Inspector Especial.

“Ese puesto, ¿qué significa?” dijo Antonín.

“Trabajará en asuntos que tengan que ver con Fantomas y otros casos, según mi discreción.  Sus horarios serán flexibles así que podrán continuar  con otras tareas si así lo desean. Sus asignaciones serán hacer lo que haya que hacer con tal de capturar a ese maleante.   Padrino, me temo que tu libro de la vida de papá va a tener que esperar.”

“Al contrario Marie, voy a escribir más rápido que nunca.  Ya quiero llegar al capítulo en el cual el heroico Inspector Gerard captura de forma definitiva al odiado Fantomas.  Pero eso será en mi tiempo libre.  Será un verdadero honor para mí regresar al servicio activo y ayudarte en tu misión.”

A Marie se le aguaron los ojos solo de pensar eso. En agradecimiento le dio un beso en la mejilla a su padrino.

“¿Tú que dices padre? ¿Estarías dispuesto a regresar, no como jefe de la policía, pero trabajando para mí?”

“Nada me haría más feliz que realizar mi sueño y trabajar para la Comandante Gerard para apresar a ese canalla,” dijo el inspector con el pecho hinchado de orgullo por los logros de su hija.

Marie lo abrazó tan fuerte que el inspector creía que le iba a partir los brazos.

“¡Ohhh! No sabes lo contenta que estoy.  Te asignaré un patrullero para que vayan al Directorado en la mañana, sé que no les gusta guiar,” dijo Marie, disimulando el hecho de que no deberían guiar, a su edad.

“No hace falta Marie. Podemos caminar, está bastante cerca, ” dijo Antonín.

“Muy bien.  A papá le vendrá bien el ejercicio. ¡Los veré mañana!”  se despidió la sonriente Marie, besándolos nuevamente antes de partir en su auto oficial.

Gerard y Antonín la acompañaron hasta la entrada y se quedaron solos en el portón de la residencia cuando Marie se fue. El inspector se quedó mirando el auto de su hija hasta que se confundió con el tráfico parisino.  Ambos hombres se quedaron en el portón sin decir nada.

Antonín rompió el silencio.  Una duda lo atormentaba y este era el momento de resolverla, de una vez y por todas antes de retornar a la fuerza policíaca de Francia mañana.  Hora de saber la verdad.

“¿Cómo lo supo?” preguntó Antonín.

“¿Saber qué cosa?” dijo Gerard, desviando la mirada y tratando de disimular.

“Qué Silveira y Fantomas eran los mismos.  Usted lo sabía, no lo oculte más,” dijo Antonín con su famosa mirada inquisidora.

Gerard se alejaba del portón, algo incómodo por la pregunta.  Miraba hacia abajo, parecía algo avergonzado por el cuestionamiento.

“Bueno, no es muy correcto decir que lo sabía, lo sospechaba, pero uno es viejo, no era para hacerme caso.”

Antonín siguió el interrogatorio con más firmeza aún.  Su voz fue contundente.

“Usted lo sabía.  Lo sabía desde nuestra reunión en el banco y usted calló.  Quiero saber que lo delató,  ¿Fue su disfraz?  ¿Sus manerismos?”

“Oh no, el disfraz, la voz, todos eran perfectos.  No solo me engañó a mí, que hacía años que no lo veía.  Lo hizo  con gente que trabajaba día a día con Silveira.  Fantomas está tan preciso como siempre en esos aspectos.” dijo Gerard con un leve grado de respeto a las capacidades histriónicas de su rival.

Antonín no iba a dejarlo escapar sin saber la respuesta.

“¿Y qué fue entonces?”

“Silveira y yo decimos que somos amigos y aunque habíamos compartido en varias actividades, no lo somos.  Nunca lo fuimos. En esta profesión es difícil hacer amistades más allá de la Fuerza.  Tú sabes a lo que me refiero.”

Antonín siempre había sido un lobo solitario.  Sus amigos eran los libros. Entendió perfectamente.

“Prosiga padrino.”

“Cuando el falso Silveira me saludó vi que brillaban sus ojos de alegría, de verdad estaba contento de verme, como un verdadero amigo.  Eso no se puede fingir. Nunca me había pasado con Alan, que normalmente me miraba como si fuera su sirviente, un policía del mismo nivel que los que cuidan sus autos deportivos aunque tratara de saludarme cortésmente.  Ahí sospeché, pero estuve seguro cuando trajo el falso Fantomas.”

“Si, lo recuerdo bien...”

“Exacto.  Tú sabías que ese Fantomas era falso porque recordabas su altura, pero cuando estaba en el forcejeo contigo vi la mirada de satisfacción de Silveira,  El sabía que tú te darías cuenta de que ese no era el verdadero Fantomas. Era mi viejo enemigo, arrogante, demostrando su alegada superioridad y astucia, trayendo un falso Fantomas para provocar mi ira y mi enojo.  Pero hay más.”

“Siga, padrino”

“La tercera prueba fue cuando me hizo firmar el afiche.  Solo a alguien de nuestra época se hubiera acordado de mi célebre frase, no un mozalbete como al que trajo para sustituirlo y burlarse de mí con su falsa idolatría. Cuando salimos de la reunión me quedé pensando en todo lo que había pasado en la reunión y encajaron para mí todas las piezas. Silveira era Fantomas, sin duda.”

Gerard tomó un sorbo de café para aliviar su paladar mientras proseguía con su relato.

“Fantomas hizo un video para anunciar su retorno y así preparar el camino a la campaña publicitaria del Banco.  Los anuncios de Silveira eran tan ofensivos hacia la justicia francesa que sin duda sabría que la policía iba a querer intervenir.  Por eso se anticipó y pidió una reunión. Una persona a su nivel ameritaba que un alto funcionario lo visitara, no podía ser otra persona de menor rango que Marie.  Ella me preguntó si conocía a Silveira y le dije que sí, por eso me invitó a la reunión que Silveira le solicitó para aclarar este asunto.  Marie conoce muy bien tus poderes de observación Antonín, por eso te trajo a ti también. Ninguno sabíamos que eso era exactamente lo que Fantomas quería.”

“O sea que la reunión era la excusa para Fantomas vernos de frente a todos” dijo Antonín.

“Así es. Quería vernos a tí y a mí además de conocer a Marie, que canalla.  Lo que estaba tramando, no tenía forma de saberlo. No sin alertarlo de mis sospechas. Si regresaba para desenmascararlo quedaría en ridículo frente a Marie,” contestó Gerard.

“Aún así Fantomas se corrió un riesgo al reunirse con nosotros,” dijo Antonín.

“Su ego es enorme, eso lo sabíamos. El quería ese encuentro. Hasta me llamó al asilo para decirme que nos veríamos pronto, a ese grado llega la osadía de ese canalla. Al final Fantomas sabe que me necesita, tanto como yo a él.  Si él es el mejor ladrón, su rival debe ser el mejor policía de Francia.”

Antonín ya estaba acostumbrado a la falsa modestia y al ego enorme del inspector, así que no le prestó importancia al comentario.  Otras cosas tenían prioridad para él.

“Mmm, pero ¿por qué no dijo eso luego de la reunión? ¿Y todo lo que habló de que si Fantomas estaba vivo sería un viejo y había que pasar la página?”

“Te lo había explicado ya, no tenía manera de estar 100% seguro.  Y así como Fantomas tenía su plan, yo tenía el mío, que debía mantener en secreto por el bien de todos. Si me descubrías Marie o tú diría que soy un viejo chocho y hubieran entendido.  Al final Fantomas y yo obtuvimos lo que queríamos, él consiguió su dinero y su enemigo, yo salí de mi retiro y del asilo, también salvé tu reputación, además de que ahora trabajaré con mi hija.  Ella necesita que la cuide, ahora más que nunca.”

Antonín se molestó.  El inspector todavía seguía viendo a Marie como una niña que jugaba con pistolitas de agua, no como la mujer que trabajaba en unidades antibombas y había eliminado a varios de la temida organización criminal Rouge Base, entre otras hazañas.

“¡Padrino!  Marie es una mujer hecha y derecha.  Una comandante, una policía de primer orden, una...”

“...una mujer bellísima, joven, atlética, soltera y sumamente inteligente.  Exactamente el tipo de mujer que Fantomas engatusa para que trabaje para él.  No me la quiero imaginar en tanguita y antifaz negros robando en los museos de París, para luego caer en su refugio y ser su amada sirvienta, complaciendo todos sus deseos carnales. Ay Antonín, si eso ocurriera sería mi muerte, ¡Mi muerte!”

Cuando el inspector expuso sus razones tenía sentido.  Marie era perfecta candidata para las chicas del Zodíaco.  Aun así...

“Pero padrino, no hay una hija más devota a su padre que Marie.  Ella ama la ley y detesta el bandidaje. Y honestamente pienso que ella odia más a Fantomas que usted.  Los edificios de Francia son testigos de sus... demostraciones líquidas cada vez que tiene que mencionar su nombre,” indicó Antonín.

“Lo sé.  Y eso es exactamente lo que me preocupa.”

“No entiendo.”

El inspector le tiró a Antonín con un vaso de jugo que esquivó fácilmente, como ya lo hacía por años.

“Claro que no entiendes, pedazo de alcornoque, porque nunca te has enamorado.  Si lo hubieras hecho aunque fuera una vez de dedicar tanto tiempo a los libros la vida te habría enseñado que del odio intenso al amor intenso hay solo un pequeño paso.  Yo he podido trabajar con Fantomas por el bien de Francia, aunque quiero capturarlo.  Mucho me temo que el odio de ella hacia mi enemigo es tan y tan grande que puede volcarse en amor o lo que es tan malo, ese odio puede ser más obsesivo aún y afectaría su carrera para siempre.  Por eso me necesita a su lado.”

Esto a Antonín no le hacía sentido, pero el amor era una de esas emociones difíciles para él.  Sus personajes nunca se enamoraban.  Decidió cambiar el tema a algo que el comprendía mejor.

“Pero el robo. Usted podía impedirlo...”

“¿Con qué pruebas?  Y menos este tipo de operación, yo apenas puedo usar un teléfono móvil.  Además, conozco de la investigación realizada hasta ahora que las cuentas a las que él robó son de distribuidores de narcóticos, estafadores y políticos de la peor calaña.  Ahí no hay monjitas. No me pidas que derrame una sola lágrima de lástima por ellos, ni por Silveira, que es un patán.  Todo lo que has oído de él es cierto” dijo el inspector con firmeza.

Antonín era amante de la ley, pero sobre todo de la justicia.  Había hablado con varias de las empleadas de Silveira extraoficialmente y si la mitad de lo que le habían dicho era cierto el presidente del banco estaría envuelto en al menos 6 demandas de acosso sexual, y probablemente muchas más.

“Entiendo y estoy de acuerdo. Aun así quedan varias preguntas.  Todavía tengo dudas del supuesto asalto a la calle Lara.  En verdad no hacía falta para nada. El robo fue totalmente a base de transacciones digitales hehas desde las oficinas centrales.”

“No tiene mucha lógica en verdad, lo que si estoy seguro es de que era el verdadero Fantomas el que estaba en el banco de la calle Lara y no el falso que nos trajeron a la reunión.”

“¿Cómo puede estar seguro padrino?”

“Ego.  Piénsalo. Era la primera aparición pública de Fantomas después de tantos años, ¿Le iba a dejar ese honor a alguno de sus subalternos?  Claro que no.  El se lo disfrutó por completo, solo hay que ver los videos.”

Eso ya lo había hecho Antonín, más de una vez.  El inspector tenía razón una vez más, sin duda.

“La gerente de la calle Lara dijo que la mujer que se hizo pasar por ayudante de Silveira llevó seis sacos de dinero falso, que fue lo que robaron Fantomas y su ganga.  No robaron ni un billete de su sucursal,” dijo Antonín.

El inspector bostezó un poco antes de continuar.

“Apostaría que solo le enseñaron pocos papeles falsos de un solo saco.  El resto de los sacos estaba lleno de auténticos euros.”

“Pero no tiene sentido, ¿para qué llevar ellos mismos el dinero para luego repartirlo?¿Por qué no robarlo?”

El inspector retornó a su taza de café.  Dejó que Antonín sacara solo la solución.  Sabía que no tardaría mucho.

“Ya lo tengo.  Los billetes falsos hicieron que la gerente no sospechara.  La falsa Odette la manejó a su antojo.  Y al llevar billetes verdaderos para el público en la plaza era cierto que Fantomas había robado el banco como había prometido, sin resistencia. “

“Hay algo más, hijo” dijo Gerard.

“Si. Al repartir el dinero verdadero la gente que estaba inmensamente a favor de Fantomas se volvió loca por los billetes y aumentó su apoyo.  Si hubieran sido falsos la confusión hubiera durado menos tiempo y se hubieran sentido engañados por Fantomas.  Y, después de todo,  que importaba regalar algunos miles de euros, cuando ya habían robado millones.  No les hacía falta robarlos de la bóveda, probablemente Fantomas hizo un retiro esa mañana gracias a una de sus falsas transferencias y ahí obtuvo el dinero” dijo Antonín.

“Exacto.  Una caravana de cojos tuertos en coches de bebés hubiera escapado sin dificultad.  Y aún si hubiéramos tenido policías en la escena la masa de gente lo habría protegido, sin duda.  Nadie va a condenar al hombre que regala dinero.  Fantomas obtuvo exactamente lo que quería del banco.  Aplausos y adulaciones,” concluyó el inspector.

“Otra duda que tengo, ¿Es el Fantomas que conocimos, un clon, un sustituto, su hijo o descubrió la fuente de la juventud?” dijo el novelista.

“Ya habrá tiempo para conocer los detalles de esas y otras interrogantes ahora que tendremos los recursos de la policía, más los tuyos.  Y te diré más Antonín, en este encuentro con Fantomas yo salí ganando.”

Antonín estaba absorto, fascinado por la sagacidad demostrada por el inspector.

“Explique” dijo secamente para no interrumpir innecesariamente las palabras del inspector.

“Conociendo a Fantomas, estará muy orgulloso de su fraude para obtener mi firma.  Ese afiche apuesto que tendrá un marco increíblemente caro y un lugar de honor, probablemente en la oficina que usa para planear sus crímenes.  Y Fantomas lo verá todos los días y reirá de cómo logró engañarme una vez más, cuando lo cierto es que servirá como un recordatorio de mi eterna vigilancia.  Yo puedo perder con Fantomas muchas veces, pero solo tengo que vencerlo una vez. Si muero durante el camino, mi hija y tú continuarán la batalla.”

El inspector Gerard tomó un sorbo de café para terminar, alzando su voz de tenor.

“Estaré viejo, quizás más que mi enemigo, pero mi ira sigue siendo la misma, ahora es más fuerte que nunca.  Quiero el placer de atraparlo antes de morir. Lo voy a lograr. Y te prometo que cuando lo capture, ¡mi venganza será terrible!!!!”

FIN IRA DE GERARD


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